23 may 2009

Sumando orgasmos, sumando vida

Tal como dije, Eduardo fue el primero, con el que inicié mi venganza..., venganza que ha sido una autodestrucción lenta, pero eso sí, una salida de emergencia a la hostilidad de mi matrimonio. Duramos 3 meses viéndonos de 11 AM a 2 PM, en su casa o en la mía, nunca me atreví a pisar un hotel de mala muerte, por miedo o no sé, igual ya no tenía escrúpulos para ser exigente frente a esa situación.

Fueron muy tristes esos 3 meses, compartía una cama con aquel hombre que me era totalmente ajeno, y hacía realidad mis fantasías con otro, con quien no tenía en común, siquiera el gusto al vino. Eduardo de a poco me aburrió, todo porque se obsesionó conmigo, pensaba que estaba con otro, así que decidí terminar con esa relación, yo quería un escape, no un segundo esposo que me dijera qué hacer o no. Todo lo ocurrido me dejó un mal sabor en la boca, quién era esa que se desnudaba frente a ese idiota que sólo quería sexo, qué hacía ahí de bruces besándole hasta el alma..., esa no era yo, no era quien se casó con toda la ilusión del mundo.

Con todos esos pensamientos sueltos en mi mente, en mi cuerpo, en mis sentimientos, intenté recuperar mi matrimonio. Quise borrar como pude los golpes que Alejandro me daba, cuando hacía algo que provocara su furia. Me esforcé para no recordar a esa pelirroja, quien seguramente era feliz con mi esposo. Pero de nada valió lo que intenté, sin querer me vi nuevamente en el oxido del olvido, desinfectando las heridas con alcohol y tomando vino barato mientras lo esperaba en plena madrugada, cansada, deprimida y desolada.

Esa semana él se iba de viaje, aparentemente eran “negocios” con Helena. Así que decidí dejar al niño en casa de mi suegra; necesitaba respirar, reencontrarme, saber que aún tenía vida entre mis venas. Estuve algunos días fuera de la ciudad, en casa de mi amiga Esther. Intenté contarle lo ocurrido, el modo en que mi príncipe azul se convirtió en ogro, y cómo llegué a fallarle a mi propio amor, acostándome con el primero que pasó por la puerta de mi casa. Pero no lo logré, su sonrisa perfecta, sus historias de cómo se convirtió en una profesional exitosa, y sus miles de planes me dejaron peor a cómo estaba.

Sin embargo una de esas noches, en las que me llevó a pasear y a conocer los lugares más lindos (antes de irme), decidí borrarme la memoria, al menos por unas horas con cualquier tipo de alcohol. Me desaté, grité, bailé, fui otra vez esa chica universitaria que vivía con todas las letras del alfabeto. Allí conocí a un moreno deslumbrante, con ojos verdosos y unos rulos divinos.

Se me acercó para preguntar mi nombre, a lo que respondí “Fulana, y tu?”, y él inmediatamente, entendiendo todo, contesto “Bonito nombre, soy Mengano”… Sólo ese pequeño dialogo bastó para caer en sus brazos, nunca supe ni su edad, ni su profesión o su nombre real, tampoco me interesaba, sólo quería que estuviese más y más adentro de mi, con esa fuerza, con esa intensidad, con esa pasión que hace tiempo no sentía en cada recinto de mi piel. No me avergoncé, ni pensé en Alejandro o en Eduardo, ni siquiera recordé las escenas que me perseguían a diario de Helena, simplemente volvía a la vida al ritmo de su cuerpo, de sus besos y su respiración desenfrenada en mi cuello. Mis pulmones tenían de nuevo oxigeno, justo al unísono de cada orgasmo.

Pero salió el sol, y así como se escondió la luna, terminó mi historia con aquel Mengano. A primera hora estaba en el bus, sentada de última, con una gran resaca y con la sensación de placer que recorría mi interior.

19 may 2009

Mi venganza y la primera vez

Durante un tiempo creí que podría soportar esto, pero no es así y tampoco lo será. Mi piel se ha vuelto intolerante a sus manos, sólo veo vacío en sus ojos, también en esos besos…, esos besos que son como multiples cuchillazos directo al corazón. Alejando perdió su encanto aquel día, en que su instinto animal quiso controlarme y no sólo eso logró, también convirtió mi amor por el, en un témpano de hielo que jamás volverá a ser el mismo.

Con un moretón en el ojo izquierdo y las pruebas infalibles de su engaño con Helena, -su secretaria que jamás me dio buena espina-, juré vengarme de la peor forma posible, hiriendo su ego. Lo que no me advertí a mi misma, era que ese pequeño control del principio, se me iría resbalando de las manos sin darme cuenta. Primero fue el seducir a su mejor amigo, Eduardo.

Eduardo siempre me veía con esos ojos ámbares llenos de deseo, buscaba cualquier motivo para acercarse a mí; el pobre jamás había superado lo ocurrido, cuando los tres estábamos en la universidad. No dejó de inventar pretextos para abrazarme o ser mi apoyo, poco a poco descubrí que su obsesión hacia a mi, se debía simplemente al excitante rechazo de mi parte –según el- . Ese día miércoles lo invite a cenar, después de calcular sigilosamente cada paso, cada palabra y hasta el tiempo que tenía disponible, así entonces, me propuse a seducirlo mientras tomaba ese vino añejo que guardaba para una "ocasión especial".

El no sintió arrepentimiento alguno mientras entraba en mí sin parar y menos desgarraba mi alma, mis piernas, mi piel con sus constantes caricias. Yo sólo me dejé guiar por ese rencor, que tenía en aquellas imágenes de Helena sobre el hombre “de mi vida”, me dejé llevar por ese resentimiento de recordar el momento en que caí al suelo por el puño de Alejandro en mi rostro... No sé muy bien cuánto duró esa escena de sexo desenfrenado con Eduardo, no sé tampoco cuánto duraron sus palabras de suplicas para un segundo encuentro y nunca supe, cuánto duré bajo la ducha tratando de quitarme la culpa en conjunto de esos besos.

Yo sólo sé que fue, el inicio de algo que haría perderme para siempre…

18 may 2009

¿Quién soy?

Una simple mujer de 29 años, casada con un hombre al que creí perfecto y madre de un nene encantador. Alguien a quien se le ha ido la vida por esmerarse para que su familia se sienta a gusto. Soy una ama de casa gris, dejé a un lado un destino colorido, lleno de sorpresas, pero dejé mis estudios de administración para casarme, y ser una mujer del hogar, tal como lo quería mi madre desde que nací, jamás soporté la tortura de sus comentarios "¿cuándo te casas?, "¿de qué te sirve estudiar?" etc.
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Sin embargo (y aparentemente), tengo una vida envidiable, quizás mejor que la de muchas, pero debo admitir que tanta monotonía me llevó a otros caminos oscuros, tan inciertos como excitantes, infortuitos y duros… caminos que contaré aquí, el único lugar donde podré desahogarme sin miedos y sin prejuicios a lo que hago.

Por seguridad decidí cambiarme el nombre, no sólo por este nuevo comienzo con el blog, sino cuando empecé a prostituirme años atrás, no sé la razón, hoy día ya la desconozco, pero lo cierto es que con ello le encuentro algún sentido a mis días, desde entonces y a oscuras, para todos soy Natalie, la que está disponible de 9 am a 3 pm de lunes a viernes.