19 may 2009

Mi venganza y la primera vez

Durante un tiempo creí que podría soportar esto, pero no es así y tampoco lo será. Mi piel se ha vuelto intolerante a sus manos, sólo veo vacío en sus ojos, también en esos besos…, esos besos que son como multiples cuchillazos directo al corazón. Alejando perdió su encanto aquel día, en que su instinto animal quiso controlarme y no sólo eso logró, también convirtió mi amor por el, en un témpano de hielo que jamás volverá a ser el mismo.

Con un moretón en el ojo izquierdo y las pruebas infalibles de su engaño con Helena, -su secretaria que jamás me dio buena espina-, juré vengarme de la peor forma posible, hiriendo su ego. Lo que no me advertí a mi misma, era que ese pequeño control del principio, se me iría resbalando de las manos sin darme cuenta. Primero fue el seducir a su mejor amigo, Eduardo.

Eduardo siempre me veía con esos ojos ámbares llenos de deseo, buscaba cualquier motivo para acercarse a mí; el pobre jamás había superado lo ocurrido, cuando los tres estábamos en la universidad. No dejó de inventar pretextos para abrazarme o ser mi apoyo, poco a poco descubrí que su obsesión hacia a mi, se debía simplemente al excitante rechazo de mi parte –según el- . Ese día miércoles lo invite a cenar, después de calcular sigilosamente cada paso, cada palabra y hasta el tiempo que tenía disponible, así entonces, me propuse a seducirlo mientras tomaba ese vino añejo que guardaba para una "ocasión especial".

El no sintió arrepentimiento alguno mientras entraba en mí sin parar y menos desgarraba mi alma, mis piernas, mi piel con sus constantes caricias. Yo sólo me dejé guiar por ese rencor, que tenía en aquellas imágenes de Helena sobre el hombre “de mi vida”, me dejé llevar por ese resentimiento de recordar el momento en que caí al suelo por el puño de Alejandro en mi rostro... No sé muy bien cuánto duró esa escena de sexo desenfrenado con Eduardo, no sé tampoco cuánto duraron sus palabras de suplicas para un segundo encuentro y nunca supe, cuánto duré bajo la ducha tratando de quitarme la culpa en conjunto de esos besos.

Yo sólo sé que fue, el inicio de algo que haría perderme para siempre…

12 comentarios:

Mamarracho dijo...

q lamentable q muchos hechos de otras personas nos lleven a hacer cosas q luego nos haga arrepentirnos!

y q pasó luego con eduardo?

Border dijo...

Ajam, interesante blog.
Prometo venir a leer seguido.

Mr. Vic dijo...

lo mejor era que te separarás de el, para qué una venganza?

Word dijo...

Venganza, culpa, engaños, desengaños. Nunca conducen hacia buenos lugares, tratar de justificar nuestros actos por “culpa” de otro es la salida mas fácil y a su vez la mas cobarde, casi tan cobarde como pegarle a una mujer... Solo vos sabes por que elegiste este camino.

Mucha suerte y espero sinceramente que Eduardo ya pertenezca a tu pasado.

Besos!

|||||_______/ dijo...

Increible... Me encantó. Tu sinceridad es preciosa.

Alicia en el pais dijo...

:O este blog tiene unas historias que me dejaron muy sorprendida y enganchada , ojalá las cosas salgan bien , y logres hacer lo que dig a tu corazón y lo que te haga bien a vos , no con la venganza que nunca deja satisfacción.

Alicia en el pais dijo...

Juro que quedé muy interesada en tu historia de vida , voy a seguir pasando por aquí Natalie .

Solo *AnDy* dijo...

Triste, muy triste... Pero bien redactado.
Besitos.

Priscila dijo...

Entiendo perfectamente lo que dices... a veces, estar con otro hombre no le llamaría venganza, sino decepción de una misma por estar con un hombre que no vale la pena, en este caso tu esposo.

Ánimo y un abrazo.

Ignacio Reiva dijo...

Para perderse primero hay que salir a andar.

ilegalmente rubia dijo...

la venganza siempre deja un sabor amargo por mas agradable que se sienta planearla

pero bueno, por lo menos te animaste a hacer algo con lo que sentias... yo aprecio eso

Anónimo dijo...

conozco la sensacion, la conozco tanto...